domingo, 20 de octubre de 2013

Las nubes, de Azorín

En el capítulo Las nubes, Azorín reescribe el final de la obra La Celestina, siendo este muy contrario a la versión original. En el escrito los protagonistas no mueren, se cuentan los acontecimientos de la vida de Calisto y Melibea después de casarse.

En una de las partes del texto, Calisto reflexiona sobre el paso del tiempo y que en realidad todas las cosas perduran. A mi parecer, uno de los párrafos significativos es este:
Mejor diríamos: vivir es ver volver. Es ver volver todo un  retorno perdurable, eterno; ver volver todo —angustias, alegrías, esperanzas—, como  esas nubes que son siempre distintas y siempre las mismas, como esas nubes fugaces e  inmutables.

Esta reflexión sobre nuestra existencia que propone Azorín, nos traslada a plantearnos que todo vuelve, todo empieza otra vez para terminar de forma semejante. Se repiten las situaciones, pero también los pensamientos, las ideas, las emociones…

Respecto a los hechos y las emociones de Calisto y Melibea, se habrán producido en otras circunstancias diferentes, pero a su vez semejantes, montones de veces. A quién no le ha ocurrido, por ejemplo, que su abuelo le ha contado algo que vivió en el pasado y se ha percatado que la historia se repite de alguna forma porque también la vivió de la misma manera, aunque en otras circunstancias. Por tanto,  parece que hay nexos en común entre las cosas que nos suceden y parece que todo es cíclico.

Azorín destaca por su estilo a la hora de describir porque define de forma casi perfecta el escenario que quiere recrear utilizando adjetivos unidos. Se centra en cantidad de detalles y en ocasiones utiliza frases breves y concisas. Esto da fluidez al texto aunque en ocasiones puede dispersar al lector.


En ocasiones se cree que todo lo que nos sucede ya no se va a recuperar nunca. Azorín quiere mostrar que todo lo que pasa vuelve, que se repite de alguna forma. 

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