A lo largo del artículo el
autor reflexiona sobre la lectura, sus tipos y los aspectos a tener en cuenta
si se quiere promover.
Según Cerrillo la lectura es una actividad poco valorada por
muchos sectores de la sociedad porque no está aceptada como un derecho fundamental
y no está dentro del tiempo de ocio. Además destaca que la lectura que se
practica es instrumental (como fuente de información) y esto hace que el lector
se imponga limitaciones. Así pues al no emplearse como fuente de conocimiento y
no convertirse en un instrumento de ocio no se consigue una eficiencia lectora.
Dice el autor que solo una vez adquiridos los mecanismos
cognitivos que nos permiten leer, la lectura se convierte en una actividad
voluntaria, siendo ésta la verdadera, que no tiene una finalidad más allá de
ella misma.
Por otro lado, el escritor alude a la responsabilidad de la
escuela, menciona la importancia de hacerles ver a los niños que las lecturas
escolares son importantes para ellos ya que podrán encontrar la información que
necesiten y compartirla con otras personas. También recalca que la
responsabilidad de la escuela es centrarse en la competencia lectora y la educación
literaria. Y, que no es conveniente obcecarse en que los alumnos consigan un hábito
lector y sí una eficacia lectora. Según su opinión el hábito debe adquirirse en
primer lugar en casa, después en la escuela y por último la biblioteca.
A continuación, Cerrillo se refiere a un cambio que se ha
producido de modelo cultural por la expansión de las nuevas
tecnologías. Según él porque hemos pasado de una cultura alfabética, textual e
impresa, a otra que se construye con imágenes audiovisuales, implicando
modificaciones en el uso del lenguaje, en las capacidades de razonamiento y en
las habilidades para la lectura comprensiva.
Cabe añadir que el autor insiste en la Promoción lectora,
recalca que la clave está en mejorar los hábitos lectores y para lograr esto
debería de tenerse en cuenta la lectura libre, activa, voluntaria y sin un fin
determinado. Según él la mejora de los hábitos lectores de los ciudadanos
empieza en la escuela mediante la formación de lectores literarios.
Cerrillo propone algunas condiciones a tener en cuenta en una
animación lectora para no entorpecer el objetivo de la misma. Además, evitar
elementos como la obligatoriedad de la animación, que conlleve premios y
castigos o impedir que el libro no conecte con el lector.
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